Los siniestros viales en el departamento de  Bolívar, una tragedia invisible

En el año 2020, en medio de la pandemia todos anhelábamos que la ciencia desarrollará rápidamente la vacuna, se decía que después de ésto, seríamos mejores seres humanos y que el mundo no volvería a ser como lo conocíamos.

En el año 2020, en medio de la pandemia todos anhelábamos que la ciencia desarrollará rápidamente la vacuna, se decía que  después de ésto, seríamos mejores seres humanos y que el mundo no volvería a ser como lo conocíamos.

Sin embargo, superada la pandemia, el año 2021 se convirtió en el año más mortífero del siglo en cuanto a muertes en siniestros viales, es decir, a quien no se lo llevó la pandemia, se lo llevó un siniestro vial. De esas vidas que sobrevivieron a la pandemia, más de 7 mil no sobrevivieron a un mal llamado accidente de tránsito  y al menos otras más de 20 mil tuvieron que sufrir una lesión. Es como si esa otra pandemia silenciosa nos diera mucho menos temor, pero resulta igual de letal: paradójico. Colombia, gracias a un programa de vacunación exitoso, logró salvar muchas vidas y superar los daños a la vida por la pandemia del Covid-19. Pero no ha sido así con esta otra epidemia, la de las muertes y lesiones por siniestros viales, más vieja aún pero igualmente ladrona de vidas inocentes, que no hemos podido combatir en las últimas dos décadas pese a conocer su vacuna.

Y, para colmo de males,  el comienzo del año 2022 hace honor al viejo refrán “recuerda que todo puede ser peor”. En los meses enero, febrero y marzo las víctimas en tan solo lo corrido del año  ascienden a las 1713,  de continuar así, al finalizar el año 2022  habríamos deplorado al menos 8.000 vidas en las vías de Colombia. Como nación y como sociedad resulta inaceptable que sigamos con esta debacle distribuyendo, diluyendo y trasladando  responsabilidades pero sin medidas efectivas desde los ámbitos nacional hasta el local  para yugular el flagelo.

Como pasa en casi todas las regiones de Colombia, el departamento de Bolívar y su capital, Cartagena, no son ajenas a la preocupante problemática que se presenta en nuestras vías. El departamento de Bolívar cerró el año 2021 con 262 muertos, ocupando el noveno lugar contando más fallecidos por siniestros viales y representando el 3,6% de las víctimas de todo el país. Por su lado, el Distrito de Cartagena lamentó la pérdida de 128 de sus ciudadanos en el 2021, el 50% de las víctimas de todo el departamento, ubicándola como la cuarta ciudad con más fallecidos por siniestros viales en términos absolutos  de todo el país. Como si el balance del 2021 no fuera lo suficientemente preocupante, el 2022 comenzó con incremento del 30 % para el departamento y del 70% en la capital en relación con el año más mortífero del siglo, el 2021. ¿Para dónde van el departamento y su capital?.

En el departamento, la tendencia es la misma que en el ámbito nacional: el 89% de los fallecidos eran peatones, ciclistas y motociclistas, es decir, actores viales vulnerables, y, muy probablemente provenientes de la base de la sociedad . En la capital la proporción de víctimas vulnerables se elevó al 91%, poniendo en evidencia que de cada 10 bolivarenses que murieron por siniestros viales, 7 lo hicieron en una moto y, en la capital, el drama es peor pues de cada 10 cartagineses que murieron en las vías 8 lo hicieron en una moto.

En la seguridad vial y vehicular convergen múltiples factores. Al momento de analizar un siniestro se tiene la tendencia a atribuir la responsabilidad  a las conductas individuales; el motociclista kamikaze, el peatón imprudente, el ciclista loco, cuando la realidad es que existen, en la actualidad, literatura y evidencia que demuestran que es la combinación del hombre, la infraestructura y el entorno la que desencadena un siniestro vial. 

Los siniestros viales tienen que abordarse como un problema multifactorial con enfoque de sistema seguro. Es importante entender que la responsabilidad en las muertes y heridos no reposa únicamente en las habilidades y conductas del que va manejando.

El doloroso balance del 2021, y el preocupante presente del 2022 están ampliamente relacionados con un sistema en el que tenemos velocidades inadaptadas, una infraestructura obsoleta incapaz de incorporar la ingeniería y tecnología necesarias para mitigar los efectos de los siniestros y un parque automotor que adolece elementos de seguridad vehicular como el control electrónico de estabilidad, la norma para peatones, sistemas de retención infantil, el frenado autónomo de emergencia, que protegen la vida tanto del usuario como la de los usuarios vulnerables.

Que esta reflexión nos permita tomar acciones concretas. La información y el análisis de siniestralidad nos ayuda a entender la magnitud del problema, pero también pone en evidencia que si seguimos repitiendo las mismas cosas obtendremos los mismos resultados. Los países que mejores desempeños han obtenido en su lucha contra este flagelo han trabajado en todos los componentes del sistema: carros más seguros para todos los actores viales, infraestructura perdonadora y adaptada a todos los usuarios, conductas más seguras y velocidades seguras y adaptadas. La fórmula ya está inventada.

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