Cuando hablamos de “la pandemia”
todas las miradas se vuelcan hacia el Covid-19, comentamos con ahínco las
medidas que se deben tomar para contrarrestarla, los cuidados que debemos tener
y, sobre todo, lo lamentable que es que el mundo esté viendo disminuida su
población a causa de esta. Sin embargo, tenemos una pandemia invisible y
silenciosa entre nosotros con la que cohonestamos. Una que año a año mata cerca
de 7.000 personas y deja cerca 40.000 con lesiones discapacitantes en Colombia
y a la que no le hemos dado la atención que requiere: las muertes y lesiones
por siniestros viales. Los cuidados que tuvimos cuidándonos como sociedad en el
2020 durante la época de pandemia se vieron opacados al cerrar el 2021 como el
año más mortífero en lo corrido del siglo en términos de siniestros
viales. Es decir, que al que no mató el
Covid, lo mató un siniestro vial .
Solemos creer en la canción de “año nuevo, vida nueva”, pero basta con
mirar el inicio de este 2022 para darnos cuenta de que la tendencia está en aumento
y parece no tener tope. Entre enero y febrero ya habíamos perdido 1.136 vidas
en las vías del país, representando un 10% más que las perdidas en el mismo
periodo del año pasado; a esto se le suman las 577 vidas deploradas en el mes
de marzo, y debemos tener en cuenta que esta información es preliminar. Es tan
lamentable que, de continuar así, estaríamos cerrando el año 2022 con la
escandalosa pérdida de 8.000 vidas en las vías del país. Y, mientras ustedes
leen este artículo, ¿cuántas personas emprendieron un viaje sin regreso esta
Semana Santa?. Tristemente, para muchas familias santandereanas, esta Semana
Santa se convertirá en un calvario.
Si el drama es desproporcionado a
nivel nacional, en el departamento de Santander no se escribe una historia diferente; Aún en San Andrés, se escuchan las risas de
los 6 niños que dejamos morir.
Para el año 2021, en Santander se
deplolraron 402 vidas que, al hacer un contraste con su población, representa
una tasa nada despreciable de 17 personas fallecidas en siniestros viales por
cada 100.000 habitantes. Ahora, si nos preguntamos quiénes son los más
afectados por estos siniestros viales, nos encontramos con lo que todos ya
sabemos o nos imaginamos: los motociclistas. Y es que 271 de las 402 vidas
perdidas en 2021 fueron personas que se desplazaban en motocicleta. Estamos
hablando del 67% de las muertes, y el caso no mejora cuando se hace un énfasis
en la capital, donde este porcentaje sube a 72%. En Bucaramanga 50 de las 71
personas fallecidas a causa de un siniestro vial en 2021 lo hicieron en su
moto.
Le damos vueltas a las
responsabilidades tirándonos la pelota los unos a los otros. La explicación
para esto es sencilla y es que combinamos todos los factores cuya consecuencia
más natural son las muertes y las lesiones graves para quienes, como en el caso
de los motociclistas, la carrocería es su cuerpo.
Los siniestros viales son
multicausales, lo que quiere decir que cuando se produce uno, todo el sistema,
y no un único factor, falla. Así que tenemos que dejar de creer que la única
razón por la que el motociclista, que muy probablemente eligió este medio de
transporte por su economía y su versatilidad, es el más afectado a la hora de
un siniestro vial es porque es un kamikaze
que decidió salir a matar y a matarse.
Por un lado, no tenemos
suficiente control, lo que ha llevado a la anarquía en las vías, y aumentado
las conductas de riesgo que, de ser detectadas a tiempo, podrían evitar esta
tragedia. Otro factor, la infraestructura que suele ser deficiente , como en
gran cantidad de las vías terciarias donde el deterioro es evidente, y aún así,
cuando hay algún tipo de infraestructura, esta no es perdonadora del error
humano
Tenemos también la seguridad de
los vehículos, donde las motos, por ejemplo, no cuentan con frenos ABS que
permitirían en muchos casos no perder el control y mitigarían el error humano;
este caso es similar al de los vehículos que, de contar con elementos de
seguridad como el frenado autónomo de emergencia o la detección de punto ciego,
podrían evitar o al menos reducir las consecuencias de muchos siniestros y, especialmente, aquellos donde
se ven involucradas los más vulnerables como motociclistas, ciclistas y
peatones. Todo esto es agravado por las altas velocidades que permitimos ya que
la física es una y es la misma para todos, ¿entonces qué esperar cuando
juntamos altas velocidades en una infraestructura deficitaria con vehículos con
bajos niveles de seguridad? ¿Y si a esto le sumamos que sabemos que el cuerpo
humano no está diseñado para recibir grandes impactos? La respuesta es
evidente. Uno más uno es dos .
Desde la Liga Contra la Violencia
Vial buscamos que este panorama, por desmoralizante que sea, se vuelva también
la motivación de todos para exigir a quienes corresponde que se garantice una
movilidad segura, incluyente y sostenible, porque estamos convencidos de que
moverse por las vías es un derecho y no un lujo y no queremos que las
decisiones de unos pocos sigan afectando la vida de miles de familias de
colombianos que, a diario, se ven afectados por esta pandemia silenciosa que
también nos está matando.