Esta semana estuvo animada por vastas discusiones mundiales sobre el cambio climático, tema central de la 77° Asamblea General de Naciones Unidas. Diversas reuniones alternas tuvieron lugar durante estas jornadas para tratar temas de salud pública como “El Futuro de la defensa de la salud de la población mundial”, organizada por el Global Health Advocacy Incubator, y que contó con la intervención de líderes como la médica epidemióloga Kelly Henning, Directora del Programa de Salud Pública de Bloomberg Philanthropies, y Lucy Martinez Sullivan, Vicepresidente Senior de esta organización, quienes pusieron de manifiesto la grave situación que enfrenta el mundo por los traumatismos derivados de siniestros viales.
Coincidieron estas discusiones con el día mundial sin carro que celebraron muchas ciudades en el mundo, no para satanizar el vehículo sino más bien para recordarnos que este planeta ya no aguanta más ni el maltrato ambiental ni el costo humano de la motorización y por lo tanto, todos tenemos que poner un granito para escoger otros medios de transporte alternativo que hagan nuestra movilidad más humana y sostenible.
La Agenda de Desarrollo Sostenible ha planteado varios objetivos enfocados a garantizar que de cara al 2030 el mundo logre avanzar en este sentido. Uno de esos objetivos es justamente reducir a la mitad las muertes y lesiones en siniestros viales. De ahí que, a inicios del pasado julio y previo a la 77° Asamblea Genera, las Naciones Unidas citaron igualmente en Nueva York a la reunión de Alto Nivel “El horizonte de 2030 para la seguridad vial: asegurar una década de acción y resultados”, con el objetivo de abordar las deficiencias y los desafíos, así como movilizar el liderazgo político y promover la colaboración multisectorial y de múltiples partes interesadas para mejorar la seguridad vial en el mundo.
Durante esta reunión el Presidente de la Asamblea General, Abdulla Shahid, pidió esfuerzos a todas las naciones para generar voluntad política y llevar a cabo acciones concretas que salven vidas. También enfatizó que el Plan Mundial para el Decenio de Acción en favor de la Seguridad Vial 2021-2030 exige un cambio fundamental en la forma en que el mundo ve la movilidad e invitó a los gobiernos a respaldar dicho Plan y acoger con urgencia las recomendaciones.
Y es que no es una preocupación menor, 1.3 millones de personas mueren en el mundo y más de 50 millones quedan lesionadas gravemente cada año como consecuencia de los mal llamados accidentes de tránsito. El continente africano muestra la tasa de mortalidad más alta por este flagelo, seguido por Asía y luego por la región latinoamericana cuya tasa de 16.2 muertes por cada cien mil habitantes es cinco veces superior a la de Europa.
Colombia, pese a que hacia la segunda mitad de la década logró una contención del flagelo y una sensible disminución que se mantuvo hasta el año 2019, como la mayoría de países de la región, fracasó en el objetivo de la pasada década, un fracaso que consagró el año 2021 como el más mortífero del siglo. Una década en la que el costo humano, social y económico de las muertes superó los 3.2 millones de años de vida potencialmente perdidos y cerca de 500 mil años de vida saludables desperdiciados.
Ante este fracaso que se acentúo con los efectos post pandemia, el Enviado Especial de las Naciones Unidas, Jean Todt, estuvo en agosto pasado en misión por varios países de la región, incluido Colombia, donde fue recibido por el Ministro de Transporte y por el Plenario del Congreso de la República. Allí el Enviado Especial declaró “la inseguridad vial como una pandemia silenciosa en América Latina es urgente visibilizar porque si bien, muchas cosas cambian en la región, el número de víctimas por siniestros viales sigue siendo aterrador”.
Colombia, Venezuela, Brasil y México encabezan la lista de los países de la región con mayor número de muertos y heridos. La Coalición de Movilidad Segura de México logró hace apenas unos meses atrás, y luego de múltiples fracasos y álgidos debates, la Ley de Movilidad Segura que incorpora el derecho humano a la movilidad en la Constitución de ese país.
Tan grave es la situación en Colombia y en el mundo que durante la Convención Internacional de Seguros 2022, que se celebró en Cartagena hace unos días, el presidente del gremio asegurador Mauricio Gómez señaló: “El tema de la seguridad vial es un tema central (..), se está convirtiendo en uno de los retos más importantes de nuestra sociedad; estamos convencidos que este es un problema muchísimo más grande que el de la industria aseguradora porque es un problema de salud pública que debe ser abordado con mucha firmeza y decisión”. En el marco de este mismo evento, el Ministro de Transporte declaró que el reto de este ministerio es salvar vidas y afirmó que uno de los objetivos de los primeros 100 días de gobierno es tener reglamentada la Ley Julián Esteban. En el mismo evento, el Ministro le pidió al gremio asegurador no darle la espalda a Colombia, pues el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito – SOAT es el único mecanismo de atención inmediata y oportuna para las víctimas de siniestros viales.
Y es que estas declaraciones llegan en un momento en el que la tendencia en el país muestra que a final de este año más de 8 mil colombianos habrán dejado su último aliento en las vías del país y otros 700 mil habrán sufrido una lesión grave. No en vano, y reforzando el incontestable y oportuno esfuerzo legislativo de la Ley Julián Esteban, el proyecto de ley 142 de 2022 tiene como objetivo poner en el corazón de la política pública de seguridad vial la vida y la salud de los niños, niñas y adolescentes del país garantizando una movilidad segura, sostenible e incluyente.
Para el año 2021 las muertes de la población infantil y en edad escolar por siniestros viales aumentó en un 39% con una mayor prevalencia para los niños usuarios de moto: entre los 12 a 17 años con un 60.4% de participación; 25.4% para los niños entre los 6 a 11 años, y 26.6% para la población entre los 0 a 5 años. La realidad es que una sociedad que, en su conjunto, no es capaz de proteger la vida de sus niños y niñas en los desplazamientos es una sociedad en la que algo anda muy mal.
El desafío para este gobierno del cambio y de la vida es mayor, lo cierto es que la seguridad vial de los colombianos no puede continuar siendo asunto de un ministerio, dependerá de la voluntad del jefe de estado para lograr esos profundos cambios y detener esta debacle en las vías del país. ¡Amanecerá y veremos!


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